El fin de los paraísos fiscales es inminente
Los acuerdos internacionales de transferencia de información fiscal están acabando con estas posibilidades.
Gracias a una mayor capacidad operativa, las empresas internacionales (y personas físicas particularmente avispadas) son capaces de transferir los recursos ganados en un país a otras jurisdicciones fiscales con tributaciones mucho más bajas (los famosos paraísos fiscales). Esto tiene al menos tres efectos negativos: 1) los contribuyentes pagan menos impuestos de los que deberían haber pagado en su lugar de origen, 2) no los pagan al país donde se generó el valor originalmente y 3) las empresas más pequeñas, que no tienen la capacidad para hacer las mismas operaciones, quedan en una desventaja competitiva ante las que sí pueden.
Este fenómeno es denominado erosión de la base imponible y traslado de beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés) y, como el nombre ya sugiere, ocasiona que los países pierdan recursos tributarios que les corresponderían en tanto la actividad económica del contribuyente se desarrolló en su jurisdicción. Imaginemos que una multinacional con operaciones en nuestro país transfiere parte de sus ganancias a las Islas Caimán. Esto hará que el SAT no pueda gravar ese dinero, con lo que se reducen los ingresos del gobierno.
Para evitar esto, muchos países han acordado compartir información fiscal a través de protocolos de transferencia automatizados. Los dos tratados de transferencia de información fiscal más importantes son, sin duda, los FATCA y el proyecto BEPS, impulsado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Los acuerdos FATCA son tratados bilaterales celebrados entre Estados Unidos y casi cien países. Cada uno de estos tiene sus particularidades, pero en general acuerdan el intercambio bidireccional de la información financiera de los residentes fiscales. Es decir, Estados Unidos envía a los países firmantes la información financiera de sus residentes fiscales que tengan cuentas en instituciones financieras en los Estados Unidos. A cambio, Estados Unidos recibe la información de los ciudadanos estadounidenses que tengan cuentas en los países firmantes. México es uno de estos; la fecha límite para el intercambio de información se cumple el día de mañana, 30 de septiembre.
El BEPS — a diferencia del FATCA— no es un acuerdo bilateral, sino multilateral. Los países firmantes se comprometen a no a compartir la información de los residentes fiscales de un país en particular, sino de todos los involucrados. BEPS —en el que México también está— involucra a alrededor de cincuenta países. Con él, cada país recibirá la información financiera de sus residentes fiscales que tengan cuentas en cualquiera de los demás países. El envío de esta información se llevará a cabo también el 30 de septiembre.
Entre los países que compartirán información fiscal están Anguila, Bermudas y las Islas Caimán, con lo que dejarán de ser paraísos fiscales. También lo harán países conocidos por su discreción en la materia, como Andorra, Mónaco, Singapur y Suiza.
"Es el final definitivo del secreto bancario", dijo Pascal Saint-Amans, director del centro de política y administración fiscal de la OCDE.
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