Se espera que la propuesta esté lista en septiembre de este año y entre en vigor en 2022.
El Servicio de Administración Tributaria (SAT) dio a conocer que el impuesto sobre la renta (ISR) pagado por los grandes contribuyentes fue de apenas una tasa efectiva del 1.6% en 2019 y 1.9% en 2020. Porcentualmente muy por debajo de lo que pagan las personas físicas, con 25.4% y los asalariados, con 11.4%.
Esto ha sido interpretado por analistas como el economista y periodista Enrique Quintana como una declaratoria de intenciones de parte del gobierno federal, de cara a la reforma fiscal que podría ser presentada en septiembre de este año, para entrar en vigor en 2022.
De acuerdo a Quintana, la reforma fiscal por venir, que según proyecciones de la jefa del SAT aumentaría la recaudación en unos 200 mil millones de pesos cada año, no incrementará las tasas impositivas, sino que se centrará en crecer la recaudación proveniente de los grandes contribuyentes.
La legislación mexicana considera grandes contribuyentes a aquellos con ingresos anuales de más de mil 250 millones de pesos, así como otras instituciones como bancos y empresas listadas en la bolsa, entre otros.
“La visión del SAT es que hay una subdeclaración en múltiples sectores de la economía y que es factible elevar sustancialmente la captación de ingresos simplemente vigilando que la tributación de los más grandes se haga correctamente”, escribe Quintana.
La bajísima tasa efectiva de impuestos que pagan estas empresas, dice, obedece a la gran cantidad de agujeros que hay en el sistema fiscal vigente.
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