No te preocupes, ocúpate: cómo mantener la calma en los negocios
Gran parte de la preocupación es resultado de una forma desestructurada de pensar y vivir. Una mente cargada con preocupaciones puede ocultarte la verdad.
Supongamos que recibes un correo grupal de un cliente importante con la agenda para una próxima reunión de evaluación de proveedores. En el pasado, por tu buen desempeño comercial, siempre te ha pedido que presentes tu servicio cuando hay cambios importantes en su compañía, pero este año aún no te lo ha solicitado.
Sientes cómo tu estómago se retuerce, clara señal de que está empezando a brotar la preocupación. Tus pensamientos se empiezan a acelerar: “¿Por qué no me lo han pedido? ¿Se lo asignaron a otro proveedor? ¿Habré hecho un mal trabajo la última vez? ¡Debo ser un idiota! ¿Perderé la cuenta?”
Para finalizar el tema del estrés que hemos tratado las últimas semanas, quiero empezar con este consejo:
No te preocupes
Ya tenemos claro que la aceptación es el primer paso y ya invertimos la ecuación básica de la preocupación. Entonces, ya tienes los medios para cambiar tu patrón de preocupación creciente. Lo que te quiero comentar ahora es el enfoque sistemático:
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Evaluar
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Planificar
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Remediar
Regresando a nuestro ejemplo inicial, con este método para intervenir en la preocupación, la podrás enfrentar en cuanto comiences a sentirla.
1. Evalúa:
La clave para evaluar la causa de la preocupación es hacerle frente. No ignores esas pequeñas señales que tu cuerpo te está dando. No van a desaparecer hasta que enfrentes lo que las causa. “Sí, es verdad que no me han pedido que presente mi producto. Eso es todo lo que sé ahora”.
2. Planifica:
Planificar con anticipación puede parecer una carga más, pero el valor de planificar es un retorno más que adecuado sobre la inversión de tu tiempo. La planificación puede detener la preocupación tóxica y reemplazarla por una acción. “Tengo que obtener información. Debo contactar a mi cliente y preguntarle directamente si espera que yo presente esta parte”.
3. Remedia:
“Voy a llamar a mi cliente y pediré una reunión”. Esta sencilla secuencia puede sustituir esa sensación de pánico con una evaluación inmediata de la situación y un plan para la acción necesaria. Si puedes convertir este proceso en una costumbre cada vez que sientes ese retortijón en tu estómago o esa punzada en la cabeza, transformarás tu preocupación en acción.
Una gran parte de la preocupación es el resultado de una forma desestructurada de pensar y vivir, una mente cargada con especulaciones puede ocultar la verdad. Las personas preocupadas, habitualmente destinan más tiempo y energía a preocuparse que a realizar tareas productivas. Por eso lo mejor que se puede hacer es:
• Establecer y priorizar metas.
• Usar adecuadamente el CRM para no perder citas y cumplir con los plazos.
• Acomodar tus actividades importantes con tus períodos de alta energía durante el día, cuando estás en tus momentos más alertas y vigorosos.
• Guardar las tareas sencillas y repetitivas para tus períodos de baja energía.
• Evitar involucrarte en actividades que no te ayuden a cumplir tus metas.
• Asegúrate de tomar descansos para recuperar energía, ponte de pie y estírate, camina un rato.
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