Si la oposición entendió desde el principio el juego que el presidente les puso, ¿por qué en vez de vencerlo en su misma cancha, sigue haciendo el ridículo?
Nancy Pelosi lo entendió todo. El pasado 4 de febrero, el presidente Donald Trump terminó de dar su discurso sobre el estado de la Unión y, al momento de los aplausos, ella tomó las hojas de ese documento y las rompió en pedazos. Con ese gesto, ella logró ser el centro de la conversación; no él.
¿Por qué empecé hablando de nuestros vecinos del norte? Porque tanto su presidente como el nuestro tienen mucho en común al menos en lo que concierne a manipular a la opinión pública a su favor.
Los medios y las redes sociales deberían de estar discutiendo cosas como la seguridad en el país, el desabasto de medicamentos, la viabilidad y conveniencia (o no) del Tren Maya, de la refinería de Dos Bocas, del aeropuerto de Santa Lucía o de sus programas asistenciales; de la corrupción de su régimen evidenciada en las exoneraciones a Manuel Bartlett, o la ausencia de órdenes de aprehensión al hijo de El Chapo. Más aún, debería estar haciendo investigación periodística seria sobre todo lo anterior y que sean esas investigaciones las que marquen la agenda.
En lugar de ello, la conversación de las últimas dos semanas giró en torno a temas importantísimos como la rifa del avión presidencial, la posible cancelación de puentes vacacionales, o que el presidente le dijo “fuchi, caca” a los corruptos.
Que prevalezca la narrativa del presidente por encima de otros relatos es en realidad más complicado de lo que parece. Aquí desmenuzo su estrategia (deliberada o fruto de la mera inspiración), de acuerdo a lo que se alcanza a percibir. Si la oposición quiere responder —si es que logra ponerse de acuerdo— debería al menos conocer cuál es el arsenal que se utiliza.
1. Al que madruga, las redes lo ayudan [Timing]
El pedestal mañanero le permite al presidente decir barbaridades a diestra y siniestra. Lo mismo, y en horarios parecidos, hace Donald Trump desde su cuenta de Twitter. Madrugar es esencial para establecer los temas (relevantes o frívolos) de los que se va a hablar.
2. Lo estúpido es más sabroso que lo importante [Contenidos]
Los seres humanos preferimos hablar de estupideces (porque son divertidas) que de temas serios (porque son odiosos). La reacción de cierto sector de la humanidad en contra de la ambientalista Greta Thunberg se explica por este mecanismo: ella viene a incomodar. Por eso se le odia, porque ella les comunica su enfado a quienes no querían enfadarse. Esto explica la evolución de la rifa del avión presidencial. Como el meme ya decaía, se le revivió al darse la explicación del procedimiento: se buscó que pareciera aún más absurdo, confuso, y posiblemente fraudulento. Lo que la opinión pública entendió es lo suficientemente estúpido como para hablar por semanas de eso (y de eso se trata). Y esto es lo que se dio a entender: se va a rifar, pero serán muchos ganadores, pero no se dará el avión, sino que se pagará su costo, pero el gobierno seguirá teniendo la aeronave, de modo que no tendría dinero para pagar su costo, entonces de dónde se va a pagar la rifa.
3. Pero todo tiene la misma importancia, aunque no la tenga [Contenidos]
Se han tomado decisiones políticas o económicas que pueden tener consecuencias negativas para el país durante décadas. Pero se anuncian a la par de decisiones absurdas, aunque irrelevantes. Las primeras requieren de un análisis profundo para denunciarlas como potencialmente tóxicas, pero en las segundas salta a la vista su inoperatividad. Por tanto, la opinión preferirá a las segundas para denunciar, pues son victorias fáciles. Mientras, se sigue adelante en los proyectos potencialmente tóxicos.
4. Aprovecha el hecho de que tu público se cree moralmente superior [Audiencia]
Tu auditorio se cree mejor persona de lo que en realidad es. Tus opositores, además, se piensan mejores personas que tú. Basta con que les ofrezcas pequeñas carnadas para que se traguen todo el anzuelo. La rifa del avión presidencial está siendo una carnada perfecta por lo absurda. Lo mismo exigir a la corona española que se disculpe, o cancelar los puentes vacacionales. Tópicos intrascendentes e inconsecuentes que, para los críticos, señalan el autoritarismo de un dictador bananero, pero que sus seguidores justifican como medidas que lo diferencian del “antiguo régimen”.
5. Divide y se pelearán [Audiencia]
Dividir a tu audiencia en grupos antagónicos permite que éstos discutan por sí mismos, sin que haya necesidad de gastar tiempo en ello. A lo mucho recuérdales, cada tanto, cuáles son los bandos contendientes. “En esta esquina, el pueblo bueno y sabio. En esta otra, los neoliberales, corruptos y fifís.” Ya con eso: unos y otros se van a denostar en discusiones estériles, agregarán epítetos, generarán bandos dentro de los bandos y las personas sentirán la necesidad de definir en qué frente están combatiendo.
6. Usa a tus incondicionales [Audiencia]
Un nivel de aprobación de alrededor del 60% no lo tenía ni Obama, y es un capital incuestionable. Pero en ese universo hay de todo. A los que no les gusta pensar por sí mismos (de esos hay en todo grupo poblacional), diles cómo pensar. A los que no les gusta que les digan cómo pensar, pero te siguen, convídales de tu pastel para que sigan argumentando en tu favor. A los que te dejan de seguir, a los que te critican, a los que no les gusta lo que estás haciendo, señálalos, para que tus incondicionales se encarguen de tundirlos. Si te ves muy mal señalando tú mismo, usa a tus incondicionales para que lo hagan: para eso están.
7. Intimida a los detractores [Audiencia]
Siempre es bueno tener grupos de choque que amedrenten a los adversarios. Esto puede ser de modo directo, con violencia física; o de modo indirecto, con violencia verbal, gráfica y virtual. Grupos de los que vas a desvincularte: tú no tienes nada que ver con ello. Ellos se disfrazarán de convencidos de tu régimen, y esto servirá para darles y darte legitimidad. Troles o porros: su trabajo es ejercer presión por medio del miedo, de la negatividad, de la ausencia de capacidad de diálogo o entendimiento. Si no desaparecen y persisten en su trabajo, van a ir callando detractores uno por uno.
8. Tus adversarios tienen la culpa por oponerse [Audiencia]
Y si por cualquier cosa tus yerros son evidentes, como en el desabasto de medicamentos, culpa a tus enemigos: los del pasado, cuando la historia los alcance; a los del presente, cuando se manifiesten; a los del futuro, cuando amenacen con surgir; a los invisibles, cuando los visibles tienen una causa justa. Piensa que, desde el momento en que se oponen a ti, ya están cayendo en tu juego.
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Felipe Soto Viterbo (Twitter: @felpas) es novelista, editor, consultor narrativo para Vixin Media y director de Etla, despacho de narrativa estratégica.