Nuestro columnista, José Luis Rodríguez, analiza las declaraciones del actual gobierno en torno a la autonomía del Banco de México.
Recientemente al Banco de México le ha tocado, como se dice coloquialmente, bailar con la más fea, y es que ha tenido la osadía de, parafraseando a ya saben quién “opinar más de la cuenta, quererse meter en el manejo de la política económica y ha tenido la arrogancia de sentirse libre”.
Haciendo a un lado estos desafortunados comentarios podemos decir que, efectivamente, dentro de las funciones del Banco de México están:
- Emitir opiniones referentes a la conducción de la política monetaria y sobre el entorno macroeconómico; mediante comunicados, reflexiones e informes.
- El principal mandato del Banco Central es el de tener una inflación controlada y estable. Consecuencialmente esto incide en la estrategia macroeconómica, como serían las finanzas públicas y la solvencia del sistema financiero.
- Banxico, que cumple 25 años, adicionalmente es el encargado de promover el sano desarrollo del sistema financiero y el buen funcionamiento del sistema de pago.
El Banco de México, de acuerdo a su ley orgánica, también tiene la responsabilidad de prestar servicios de tesorería, actuar como agente financiero y fungir como asesor del gobierno federal. También debe participar en el Fondo Monetario Internacional y en otros organismos de cooperación financiera internacional o que agrupen a bancos centrales.
Pero no es responsable de impulsar el crecimiento económico del país.
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La más valiosa contribución de Banxico es la estabilidad macroeconómica, ya que permite a los agentes económicos tomar mejores decisiones en un entorno propicio para la inversión, lo que genera condiciones favorables para el crecimiento y el desarrollo.
Es importante recordar que una función primordial es que funge como la entidad encargada de regular la emisión y circulación de la moneda operando con las instituciones de crédito como banco de reserva. Esto sin duda alguna es lo que le ha permitido ser ajeno a los caprichosos ciclos políticos, que no en pocas ocasiones lo han presionado para que “eche a andar la maquinita de lo billetes”.
A principios de este año, el desconocimiento de alguno de nuestros creativos legisladores los llevó a la ocurrencia de proponer utilizar las reservas internacionales en inversión productiva; respiremos… lo más adecuado es recapacitar y analizar el impacto que tendría semejante decisión.
El Banco de México es un banco central, por obvias razones su dinámica estructural y operativa es completamente distinta a la de un banco comercial, para Banxico la emisión de billetes y monedas representa un pasivo, que para explicarlo de la forma más transparente posible, debe estar respaldado por las “reservas internacionales”. Recordemos que a partir de los acuerdos de Bretton Woods en 1944 el sistema monetario mundial cambió al patrón dólar dejando atrás el patrón oro. Desde entonces la composición monetaria de las reservas internacionales de las economías del mundo ha estado dominada por el dólar (63% aproximadamente).
Es precisamente por ello que las reservas internacionales no forman parte de la riqueza nacional ni son recursos a disposición del gobierno, son el respaldo de todo el dinero que está en circulación. Usarlas indebida, irresponsable o caprichosamente provocaría, independientemente de una espiral inflacionaria, una completa desestabilización del sistema de pagos.
Las propuestas trasnochadas tan de moda estos días, pueden derivar en consecuencias verdaderamente serias para el país.
Para la reflexión…
El Contribuyente es un medio plural que admite puntos de vista diversos. En tal sentido, la opinión expresada en esta columna es responsabilidad sólo del autor.
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