El sistema de pensiones presionará el gasto del gobierno, además que no garantiza una jubilación digna a los trabajadores.
Las pensiones del esquema de 1997 (del que está por jubilarse su primera generación) están compuestas por las aportaciones que el trabajador hizo durante su vida laboral. Éstas se hacen mes con mes; una parte se le retiene al trabajador de su salario, otra la aporta el patrón y otra más, el Estado.
Esta situación ha generado lo que muchos especialistas conciben como una bomba de tiempo. Para desactivarla, Carlos Noriega, titular de la Unidad de Seguros, Pensiones y Seguridad Social de la Secretaría de Hacienda propone incrementar las aportaciones obligatorias de las pensiones y la edad de jubilación.
“Quisiera pensar que la reforma al sistema de pensiones, la que todos tenemos en mente, es la que debe aumentar el monto del ahorro y la edad de retiro. Son los dos pilares centrales que harán la diferencia entre tener una probabilidad de un retiro semejante, en términos de ingreso, a lo que se tenía en la vida activa”, dijo en su participación en el Seminario Retiro y Salud 2019, organizado por la Asociación Mexicana de Actuarios Consultores (AMAC).
Ambas propuestas pueden parecer francamente horribles. Después de todo, nadie quiere ver mermado su ingreso quincenal ni trabajar hasta la decrepitud. Sin embargo, hay argumentos convincentes detrás de estas medidas.
¿Por qué aumentar las aportaciones obligatorias y la edad de retiro?
La tasa de reemplazo de los trabajadores (el porcentaje del último salario que el trabajador percibirá como pensión) es de apenas el 26%. Esto quiere decir que alguien que ganaba 20 mil pesos mensuales tendrá una pensión de apenas 5 mil 200 pesos. Esta tasa de reemplazo es la más baja de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). De hecho, la OCDE converge en que México debería incrementar la tasa de contribuciones actual, que es en promedio del 6.5%.
Además, la presión a las finanzas públicas por el pago de pensiones irá incrementando con el tiempo. Es decir, entre más gente se jubila, el gobierno tiene que aportar más dinero “contante y sonante”. Esto afecta al gasto de la administración que esté en funciones en ese momento. Además, se seguirá pagando por las pensiones del viejo esquema durante décadas.
Por ello la OCDE señala que a mediados de la década de 2030 será significativa la presión a las finanzas públicas. Según el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), la década de 2040 será la que mayor monto por pago del antiguo esquema de pensiones tendrá.
Los contras de las medidas planteadas
Si bien es verdad que la implementación de las medidas propuestas reduciría la carga sobre las finanzas públicas y mejoraría la tasa de reemplazo de los trabajadores, no están excentas de problemas.
De acuerdo a Roberto Rocha, de la Asociación Mexicana de Actuarios Consultores (AMAC), las medidas podrían afectar negativamente el mercado laboral.
“¿El mercado laboral va a seguir interesado en que una persona de 67 o 68 años siga trabajando con él? Además, si tú incrementas las cuotas a tontas y a locas, podrías incentivar que las empresas se pasen al sector informal”, dijo a El Contribuyente.
Suscríbete a El Fiscoanalista (novedades y jurisprudencias en materia fiscal y laboral), a la Agenda Inteligente (las noticias de negocios más relevantes).