el Contribuyente

Los 12 boicots de la cultura mexicana contra la creatividad

¿Es verdad eso de “el ingenio del mexicano” o es sólo una forma de enmascarar lo limitada que es nuestra cultura en términos de creatividad?

Hay un par de frases hechas, muy mal entendidas, que pretenden describir el carácter mexicano. Las usamos cotidianamente, y más gente cree en ellas que gente que las pone en duda.
Una de ellas la expresó André Breton, el poeta francés que estuvo de visita en nuestro país en 1938. Él dijo: “México es el país surrealista por excelencia”. Su comentario hizo eco entre artistas e intelectuales desde esa época hasta la actual porque diagnosticaba la patología de una nación. Es decir que los mexicanos (al menos los que conoció en su visita al país) no nos guiamos por una lógica racional y tampoco la distinguimos de lo absurdo. Que con las décadas esa frase se haya vuelto una suerte de orgullo nacional es patético. Nada honorable hay en ser un país de irracionales.
La segunda frase es esa exclamación popular ante ciertos actos de inventiva apresurada: “¡El admirable ingenio del mexicano!” Siendo honestos, un orgullo nacional chauvinista nos lleva a creer que por haber nacido entre el Río Bravo y el Suchiate, ya poseemos un ingenio diferente al resto de la humanidad. Ternuritas.
Ambas expresiones enmascaran una misma conmiseración y una misma ironía desde una posición de privilegio. Breton era europeo y fue un colonialista involuntario cuando quiso definir a una nación a medias europeizada con la palabra que él mismo acuñó para juzgarla con respecto a su propia órbita cultural. Por otra parte, celebrar el supuesto ingenio del mexicano es dar carta de normalización a las soluciones cortoplacistas y fuera de toda norma que aplicamos porque nuestra condición económica o educativa nos impide implementar la solución correcta. Las dos frases son una ironía, no un elogio.
Traigo todo esto a colación porque la creencia de que somos más ingeniosos, más creativos o más poéticos que otras culturas es una falacia. Basta de eso. Hay que decirlo: la conformación de nuestra cultura más que favorecer la creatividad, la sabotea. Aquí algunos de sus síntomas:

1. Es una cultura que no se la cree.

¿Será baja autoestima? El hecho es que tiene que venir un extranjero a decirnos qué somos o por qué le resultamos valiosos para empezar a darnos algún valor.

2. Es una cultura que cree que cultura es “lo cultural”.

La cultura es todo: las matemáticas, los tacos, la neurocirugía, la lucha libre, los memes, los programas de cómputo, la cumbia, la Constitución Política, nuestra manera de negociar y el modo como administramos el dinero. No es solamente las sinfonías, el muralismo, la poesía, el arte contemporáneo y las demás expresiones de intelectualidad infecunda de la cultura solemne y académica. Si seguimos diciendo esto sí es cultura y esto no es cultura, seguiremos tendiendo a la esquizofrenia.

3. Es una cultura con una competitividad mal entendida.

Competir es inherente a todo ecosistema y será saludable en la medida en que se equilibren sus elementos. En la naturaleza sobrevive el más apto y esa competencia por la supervivencia impulsa la evolución de las especies. Sin embargo, si la competencia es intervenida para que gane el favorito y no el más apto, se inhibe la competitividad porque ¿ya para qué?; ya está arreglado el concurso.

4. Es una cultura poco perfeccionista.

Le damos mucho valor a la ocurrencia (“el ingenio del mexicano”) y poco valor a hacer de esa ocurrencia una genialidad, mínimo a que cumpla los requisitos para llevarla a la oficina de patentes. En 2018, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial otorgó 457 patentes a entidades o personas mexicanas. Ese mismo año, ese mismo instituto, otorgó 676 patentes a entidades alemanas y 4,176 a entidades estadounidenses. Eso sólo a esta oficina en México. En sus países de origen, el número es mucho mayor.

5. Es una cultura que desconfía.

Y como desconfía, no paga. Cómo va a pagar si “estas gentes no están haciendo nada, nomás pensando, creando, ya parece”. Yo lo podría hacer mejor. Etcétera. La epidemia de clientes que buscan no pagar, o atrasar el pago, sólo incrementa la desconfianza de unos y otros. Porque todos roban.

6. Es una cultura que expulsa.

No sólo, tristemente, migrantes en condiciones de miseria. También expulsa a la gente más calificada. México es el país latinoamericano con mayor índice de fuga de talentos.

7. Es una cultura de lo aparente.

Nos importa más parecer que ser. Cumplir con el qué dirán. Promover los logros aunque no se hayan verificado. Tener “otros datos” porque los datos reales no ajustan al discurso. Maquillar las cifras. Pagar a la prensa para que hable bien. Controlar la narrativa. Palabras y palabras, porque los hechos son lamentables.

8. Es una cultura politiqueada.

Si genera poder o dinero, debe poderse cooptar para que beneficie al poder y al dinero ya establecidos. Si no, entonces debe de ser combatida, o ignorada, o minimizada.

9. Es una cultura sangrienta.

Sigue habiendo inútiles sacrificios humanos. Por miles. A otros dioses más mundanos, más insulsos. Ya no en templos sino en los caminos, en las fiestas, en las universidades, ahí, donde agarre. La vida no vale nada.

1o. Es una cultura de poquísima movilidad social.

Tres de cada cuatro personas que nacen pobres en México, morirán igual o más pobres. Por el contrario, seis de cada diez de los más ricos seguirán siéndolo. Si a eso agregamos que el color de la piel es una desventaja o un punto a favor, independientemente de la educación o la capacidad de trabajo de las personas, el tema reduce las posibilidades de diversidad que son un requisito para la innovación creativa.

11. Es una cultura que no tolera la autocrítica.

Si el lector, llegado a este punto, está indignado, enfadado y ofendido con el autor por haber expuesto estos argumentos, este punto se demostrará por sí mismo.

12. Es una cultura que le cuesta trabajo mirar su propia riqueza.

Y cuando finalmente descubre su riqueza, fue porque la vio un extranjero. ¿Qué se hace en esos casos? Abaratarla con turismo malentendido.
 


Felipe Soto Viterbo (Twitter: @felpas) es novelista, editor, consultor narrativo para Vixin Media y director de Etla, despacho de narrativa estratégica.

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