el Contribuyente

Estas son las reformas fiscales que requiere México el próximo sexenio

Foto: Shutterstock

¿Qué nos depara con el nuevo gobierno en materia fiscal? Estos son algunos de los cambios que podrían beneficiar al país.


Estamos en un momento histórico único. Hay una gran incertidumbre sobre quién ocupará la silla presidencial, pues las encuestas no reflejan fielmente la decisión final del electorado. Sin embargo, sea quien sea el que habite los Pinos o Palacio Nacional, tenemos que reflexionar a fondo sobre las reformas fiscales que necesita nuestro país en este momento histórico, sobre todo después de las últimas reformas impuestas en esta materia por nuestro vecino del norte.

Actualmente, Estados Unidos tiene una tasa corporativa de Impuesto Sobre la Renta (Income Tax) de 21 por ciento, mientras que en México el ISR es gravado a la tasa de 30 por ciento. Adicionalmente, en nuestro país se gravan los pagos de dividendos con una tasa anual definitiva de ISR no recuperable del 10 por ciento, lo que genera un gravamen total del 40 por ciento vía utilidades fiscales cuando son retiradas, lo que no nos convierte en el país más interesante para invertir capitales.

Por otro lado, en 2014 fueron aprobadas diversas reformas tributarias que desafortunadamente inhibieron el empleo, toda vez que limitaron la deducción de salarios pagados a empleados cuando dichas erogaciones fueran consideradas exentas de impuesto para los trabajadores. Esta misma limitante se impuso a las aportaciones a fondos de pensiones y jubilaciones privados, lo cual generó una disminución de prestaciones exentas al sector laboral, y mayor ISR causado a los salarios. Debido a ello, es importante promover reformas que permitan deducir los sueldos y salarios en su totalidad, promoviendo mejorar los ingresos de la clase trabajadora a través de prestaciones exentas de ISR, así como deducir en su totalidad las aportaciones a los fondos privados de pensiones: de este modo mejoraremos los ingresos de los trabajadores y también haremos crecer el consumo de satisfactores.

Otro cambio importante se dio en la deducción de automóviles ecológicos. Estos se deducían en su totalidad hasta 2013, y a partir de 2014 se limitó su deducción, incluso en los rentados y no adquiridos. Esto independientemente de la deducción parcial de los automóviles que utilizan combustibles fósiles que se llevó a cabo hasta 2013.

También es importante mencionar la falta de interés por parte de nuestros congresistas para privilegiar la capacitación, educación y adiestramiento del sector laboral, lo que permitiría mejor rendimiento en la industria, las empresas y las instituciones. Tampoco les interesa privilegiar las inversiones en tecnología de punta, que se podrían utilizar en capacitación.

Si promovemos, en general, la deducción de automóviles (industria de la que, por cierto, México es punta de lanza en armado y exportación de unidades para varias marcas a nivel mundial), también mejorará el consumo tanto de autos, como de bienes y servicios conexos a dicha industria. Y privilegiar la deducción de tecnología y estímulos a la capacitación, educación y adiestramiento permitirá mayor eficiencia en los servicios subordinados, mejores contraprestaciones, mayores ingresos, mayor ISR sobre sueldos y mayor consumo de satisfactores en la economía doméstica.

Si logramos mejorar los rendimientos empresariales y los ingresos de los trabajadores, el siguiente paso debería ser un incremento natural del consumo, ya que un sector con ganancias e ingresos mejorados provoca generalmente que la población adquiera más y mejores satisfactores. Esto permitiría mejorar el sistema recaudatorio a través de los impuestos al consumo, es decir, podemos ya pensar en generalizar el IVA, mediante la aplicación de tasas diferenciadas, 0 por ciento para alimentos y medicamentos básicos; 5 por ciento para la industria editorial, educación y los demás alimentos; 15 por ciento en general para el resto de los satisfactores no considerados de lujo; 20 por ciento para ciertos bienes de lujo, como los autos superiores a 500 mil pesos, joyería con valor superior a los 100 mil pesos; y finalmente, 25 por ciento para juegos con apuestas, automóviles y obras de arte con valor de más de un millón de pesos, por citar ejemplos que requieran mayor análisis y profundidad.

Finalmente, para lograr un círculo virtuoso del que todos nos beneficiemos, será importante dar continuidad al sistema de fiscalización que ya tenemos, mejorando con candados específicos y actualizados la dinámica en las prácticas comerciales actuales. Un ejemplo de cómo podría hacerse está en el manejo de criptomonedas: este puede llevarse a cabo a través de sistemas y métodos de identificación únicos, irrepetibles, y con pocas posibilidades de falsificación, como sería el caso del uso de biométricos identificables con los movimientos en el sistema financiero, así como con la comercialización de activos virtuales en internet para el caso de personas físicas, y la vinculación de dichas operaciones con los biométricos de los representantes legales de las personas jurídicas.

Dejo esta reflexión a nuestros lectores, con la esperanza de que algún miembro del futuro gabinete preste atención y de que venga lo mejor para nuestro hermoso país el próximo primero de julio.


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