Felipe Soto, experto en narrativa estratégica, te dice cuáles son tus alternativas para llevar por buen camino las redes de tu negocio.
Tu imagen en redes sociales es ese alter ego tuyo en esteroides y en descontrol. En esteroides porque es una imagen exagerada y exterior de ti, pero a la vez es caótica: un día posteas las fotos de tu comida familiar, al siguiente compartes un meme que le pega a los que le van al candidato que detestas, luego compartes un chiste clasista. Después de todo ¿a quién le puede importar lo que subas al Feis, o al Insta, o a Twitter?
La respuesta es: a más gente de la que crees. Y si lo tuyo son los negocios, tus redes sociales no sólo importan: son estratégicas. No se trata de convertirte en “influencer” —esa palabra por desgracia ya tiene demasiadas connotaciones negativas—, pero sí de generar credibilidad y, sobre todo, una narrativa que, bien diseñada, puede trabajar por sí sola para incrementar tu influencia sobre tu área de negocio. Recuerda que nada vende mejor que tu experiencia y que las experiencias que puedes crear.
Por otro lado, tampoco se trata sólo de ti, sino también de tus empresas. ¿Qué presencia tienen en los espacios digitales? ¿Cómo se relacionan con sus audiencias? ¿Qué tanto usas las redes sociales no sólo para interactuar, sino también para entender —“escuchar”, dirían los especialistas— a tus clientes?
Estas son tus opciones:
a) Decides que tú no necesitas invertir en esas cosas sea porque tu negocio es “pequeño”, o porque siempre “ha funcionado” sin las redes sociales, o porque sale “muy caro”… Está bien, tú conoces tu negocio, sólo te recordamos que estás postergando un beneficio y que invertir en tu narrativa tiene un alto retorno de inversión, sólo que no es inmediato, ni tampoco es directo.
b) Te encargas tú mismo de todo eso y le dedicas harto tiempo y cerebro a tu imagen virtual y la de tus empresas (y dejas por lo tanto de tener vida social en el mundo real por andar atendiendo tu vida sociodigital).
c) Más recomendable, contratas a un buen gestor de redes sociodigitales (también conocidos como community manager).
d) Si le pones un buen presupuesto (que es todavía más recomendable), agregas analistas de data y todo tipo de creadores de contenido y memes: fotógrafos, escritores, videastas, etc. En cualquier caso, no cedas la responsabilidad de tus redes sociales a un becario, puede ser contraproducente.
Antes de decidir entrar a las redes sociales, debes de definir cuáles son las audiencias a las que te interesa hablar y por qué: ¿clientes potenciales?, ¿tu competencia?, ¿tus empleados?, ¿la “opinión pública”? También necesitas conocerlos bien: ¿qué tópicos los detonan para bien y para mal? ¿Qué buscan? ¿Qué comparten? ¿Qué consideran valioso? Luego, plantea el universo temático que abordarás y desde dónde vas a abordarlo: qué mensajes, qué aspectos de tu personalidad y qué experiencias vas a crear para compartir. Todo esto, es mejor que lo determine un especialista.
A partir de eso, amplía tu portafolio de redes sociales: agrega sólo esas redes donde estén tus audiencias, y donde estés en condiciones de crear contenido valioso, compartible y digno de ser seguido. Es mejor tener una sola red social bien alimentada que muchas raquíticas.
Luego debes considerar esto: a menos que quieras una audiencia de subnormales, el contenido que promuevas debe ser lo menos abstracto posible. Esto es: siempre cuenta historias referentes a tu tema, siempre da observaciones inteligentes, genera una conversación positiva a tu alrededor.
Y sobre todo: debes tener mucha paciencia. Los árboles no crecen en un día, ni en unos meses. Las historias de éxito repentino y exponencial no pueden ser replicadas (casi siempre son un golpe de suerte y suelen no ser sustentables a mediano plazo), así que no debes tomarlas como modelo a seguir. Sobre todo no lo intentes si resulta que tú mismo tuviste tu propia historia de éxito repentino y exponencial en el pasado: es mejor ser lo suficientemente humilde para aceptar que a pesar del arduo trabajo, tuviste suerte, y que tratar de replicar las condiciones originales y esperar el mismo resultado es un poco ocioso.
Deja que tu proyecto de comunicación madure y crezca adecuadamente. Si sabes esperar, cosecharás los éxitos; pero si cortas el árbol antes de que crezca porque te desesperó su lentitud, entonces sólo habrás perdido el tiempo (y el dinero invertido).
Felipe Soto Viterbo es novelista, editor y director de Etla, despacho de narrativa estratégica.
Negocios Inteligentes es un medio plural que admite puntos de vista diversos. En tal sentido, la opinión expresada en esta columna es responsabilidad sólo del autor.
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