Resulta que todo lo que en la escuela nos enseñaron como un ambiente propicio para el estudio era la narrativa equivocada. Ahora toca corregir años de educación represiva.
Es ridículo pensar que teniendo dentro de nuestros cráneos las máquinas de procesamiento de información más complejas del universo, las utilicemos tan mal. Aquí estamos, adultos y torpes, tratando de cubrir nuestras deficiencias con títulos universitarios que —habrá sus excepciones— apenas y nos dieron una embarradita de las cosas con las que nos enfrentamos día con día en la vida laboral. Por supuesto, tratamos de salir del paso con diplomados, posgrados, y cualquier tipo de certificaciones para mantenernos medio vigentes; pero en el fondo, admitámoslo, no tenemos ni idea de qué estamos haciendo.
Lo peor es que, según la ciencia, ni siquiera sabemos cómo aprender nuevos conocimientos. Aquí va un listado de algunas de las cosas que no deberíamos de estar haciendo en cuestiones de aprendizaje, pero que seguimos repitiendo porque de verdad no sabemos cómo usar nuestras neuronas.
1. Estudiar a última hora sólo sirve para pasar el examen (aunque no aprendiste nada)
Si lo tuyo, lo tuyo, son las soluciones cortoplacistas, como las de los malos políticos, entonces estudia todo poco antes del examen y quizá lo pases, pero en cosa de días ya no recordarás nada de lo que estuidaste. Si en cambio lo que deseas es que se te quede lo aprendido, no estudies a última hora, sino a lo largo del curso.
2. El multitasking es buenísimo para no estudiar bien
¿Quieres retener nuevos conocimientos? Deja de ver la tele mientras estudias. La neurociencia demuestra que si haces ambas cosas, los conocimientos aprendidos van a la parte equivocada del cerebro, en donde no nos servirán de mucho a la hora de tratar de recordarlos.
3. Pero distraerse de tanto en tanto sí es necesario
Estudiar lo mismo durante horas es lo mejor que puedes hacer para cansarte muchísimo… y luego darte cuenta que no aprendiste. Dale descanso a tu cerebro y procrastina un poco. Repetimos, y con mayúscula: UN POCO (o sea, ponte una alarma o algo para volver a estudiar a los 20-30 minutos). Lo mejor es salir a caminar, prepararte algo de comer, o mejor aún: socializar.
4. La repetición sirve para mecanizar, no para aprender
Los pianistas repiten y repiten escalas. Los futbolistas repiten y repiten las jugadas. A eso se le llama mecanizar y es lo mejor si lo que se busca es ya no tener que pensar mientras se hacen las cosas. Pero si te fijas, en ambos casos se trata de movimientos: la repetición los fija en el hipocampo. Pero si lo que quieres es aprender conceptos (para los cuales siempre se debe pensar), hacer planas repetitivas es el método más torpe del mundo.
5. ¿Quieres concentrarte? Escucha música mientras estudias
Estudios señalan que los patrones rítmicos ayudan a no distraernos… distrayéndonos. Es paradójico, pero mientras conscientemente ponemos atención a algo (a tus estudios, por ejemplo), la música distrae a nuestra atención inconsciente para que no nos interrumpa (esta columna se escribió escuchando a buen volumen a Nick Cave and the Bad Seeds).
6. Si alguien te está hablando, ponte a dibujar
En el mismo sentido, ¿quieres poner a atención a alguien que habla? Dibuja mientras tanto. Lo más probable es que se enoje (a mí, una jefa me corrió de un empleo porque, entre otras cosas, le desesperaba que yo dibujara mientras ella hablaba). Pero si es alguien inteligente (mi jefa no lo era tanto), entenderá y te dejará hacer, porque esa distracción en realidad te permite asimilar mejor toda la información que recibes.
7. Duerme mucho y bien
Si te sientes samurai de la productividad porque sólo duermes cuatro horas al día, déjanos tenerte tantita lástima. No sólo morirás más joven, sino que alguien que durmió mejor que tú hará en menos tiempo todo lo que tú dices que haces en todas esas horas que dedicas a trabajar, y en las que más bien deberías estar descansando, o soñando.
8. Soñar despierto es lo correcto
Soñar dormido fija los recuerdos en tu memoria, pero soñar despierto, te permite procesarlos. Y si hablas en voz alta es aún mejor aún (si te da pena que te vean hablando a solas, cuélgate un manos libres para disimular): la secuencia de ideas a la que te obliga el habla en voz alta ordena tus pensamientos.
9. Tenerle miedo a la propia imaginación es signo de estupidez
La imaginación es una facultad tan fugaz y poco aprehensible que preferimos pensar que sólo adorna a los genios. En realidad, muchos más serían genios si no acallaran esa facultad y, por el contrario, la ejercitaran. La acallamos porque nos da miedo fallar, o no tener una imaginación brillante. Pero eso es un error garrafal. Al principio tus ocurrencias serán ingenuas, pero si persistes en profundizarlas, vas a liberar a tu genio reprimido.
10. Aprende a bailar
La separación mente-cuerpo es una de las ideas más dañinas de la historia. A quien sea que se le haya ocurrido, de verdad no tenía idea. Corrijamos de una vez el malentendido: el cuerpo es la mente (y viceversa; es más, deberían ser sinónimos). La mejor manera de poner esto en práctica es bailando (también jugando un deporte, y, hum, teniendo sexo frecuentemente).
11. Es indispensable platicar en clase
¿Quieres que tus ideas fluyan? Platícalas. Los buenos maestros no deberían de ser tanto esos que monologan frente a alumnos que hacen como que los escuchan, sino moderadores de la conversación general. Dar un tema de discusión y que por grupos socialicen con ese pretexto es utilizar la más poderosa potencialidad del ser humano: el uso social del lenguaje. Digámoslo de una vez: estar sentaditos y poniendo atención en clase sólo le ayuda al (mal) maestro (o al mal jefe en una junta).
Concluyendo: los verdaderamente buenos alumnos se distraen, platican, bailan, dibujan, oyen música, duermen mucho y no reprimen sus ocurrencias.
Negocios Inteligentes es un medio plural que admite puntos de vista diversos. En tal sentido, la opinión expresada en esta columna es responsabilidad sólo del autor.
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