Te ayudamos a encontrar el camino.
Ideas tiene todo el mundo, todo el tiempo. Pon “idea millonaria” en el buscador de Twitter y verás que por genialidades no paramos. Las ideas por sí mismas valen poco o nada. El valor está en cómo se aterrice y desarrolle: las ideas son de quien las trabaja. Los que propusieron la red social de la que surgió Facebook fueron los gemelos Winklevoss, quienes recibieron sus buenos 65 millones de dólares por su ocurrencia. Pero eso es menos de la milésima parte de la fortuna que ha construido Mark Zuckerberg por aterrizar y desarrollar la idea original.
La mayoría de las ideas no son ni geniales ni originales, y aún así funcionan si las aterrizas bien. Por ejemplo: una zapatería. Si consigues buenos proveedores, venderás buenos zapatos a buen precio. No está mal como terapia ocupacional y te permitirá llevar una vida más o menos estable; pero ¿eso es todo lo que quieres? ¡Apunta más alto!
Desarrolla a fondo tu idea de la zapatería. Busca al mejor proveedor y diseñen juntos un tipo de calzado que se vuelva una categoría por sí misma, crea una marca, desarrolla los procesos, el control de calidad, el mercadeo, las franquicias. Piensen en grande. Tu idea estará redonda cuando lo que tengan sea un producto (una marca de zapatos) y no un servicio (vender zapatos). Es decir: crear una marca. Esa marca respaldará a un producto muy vendible. Para esto, antes debes hacerlo rentable (porque afinaste costos, procesos y precios), replicable (abres sucursales), escalable (estableces una franquicia) y automatizable (creas una app para ventas de zapatos por catálogo).
Si logras todo eso, será tan valiosa tu marca de zapatos que, aunque decidas no venderla, ya podrás viajar por los siete mares en tu yate particular.
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