Según el SAT todo marcha viento en popa, pero la realidad es otra.
El fisco constantemente actualiza sus reglas y parámetros. Estos cambios suelen ser una molestia menor para los contribuyentes y contadores, pero en ocasiones son de tal magnitud que pueden sumergir en el desorden a un negocio que no tenga la capacidad para invertir muchos recursos (tanto en tiempo como dinero) para ponerse a punto con las disposiciones del SAT.
Este fue el caso con la introducción de la factura 3.3, por ejemplo. En un primer momento ésta estaba pensada para ser obligatoria el 1 de julio del año pasado, pero como los cambios introducidos con ella no son enchiladas, la autoridad fiscal otorgó dos prórrogas. Con todo y eso, la cantidad de problemas que suscitó entre los contribuyentes no fue nada trivial. A pesar de esto, el SAT se hace de oídos sordos y asegura que todo va viento en popa, que trabajan incansablemente para reducir costos y simplificar trámites.
Como muestra le pedimos a nuestros lectores que nos contaran cómo les ha ido hasta el momento con la factura 3.3, ahora que ya es obligatoria. Estas son algunas de las respuestas que recibimos:
- Este contribuyente resaltó las imprecisiones y rarezas del catálogo de bienes y servicios.
- Si la factura 3.3 causó esta cantidad de contratiempos. ¿Se imaginan la 3.4?
- Con la factura 3.3 el SAT tiene mucha más información para fiscalizar mejor, pero a los contribuyentes nos toma mucho más tiempo hacer las mismas operaciones.
- La realidad es que los gastos que implicó la actualización no son triviales.
- ¿Qué ocurre con las empresas que no tienen los recursos para ponerse al corriente en los tiempos que el SAT lo exige?
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