el Contribuyente

Los retos en la tensa renegociación del TLCAN

Banderas de México, Estados Unidos y Canadá.

Foto: Shutterstock

Mientras Trump alardea, los mexicanos se sacan ases bajo la manga.


El portal estadounidense Inside U.S. Trade publicó el 25 de octubre algo que en este lado del mundo ya sonaba como sospecha. Se trató de un scoop: la recreación de una reunión de Trump con senadores republicanos en la que les pidió que “confiaran en él, pues sabía lo que hacía (…) Amenazar con salir del tratado era sólo una táctica de negociación”.

Se trate o no de una estratagema, la renegociación es un tema de seguridad nacional para México. José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), cree que nuestro error consistió en “monoglobalizar” nuestras relaciones: “(México) se encadenó únicamente a un gran socio comercial, y ello está creando una fractura ahora que el socio intenta hacer cambios que le favorezcan sólo a él”.

Las primeras cuatro rondas de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que se realizaron de agosto a octubre, nos dejaron algo claro: para Estados Unidos el desmantelamiento del tratado es una posibilidad seria. De concretarse, su abandono del acuerdo sería el siguiente paso lógico (aunque la lógica no reine en estos días) y tendría seis meses para instrumentarlo.

También para la Cámara de Comercio de EE. UU. la relación comercial es fundamental, principalmente en los sectores agrícola y manufacturero. Están presionando a la Casa Blanca, incluso con amenazas de litigio, para que sus acciones no hagan volar al TLCAN por los aires. Esto mientras nuestro Consejo Coordinador Empresarial (CCE) se saca ases bajo la manga durante la quinta ronda de negociaciones.

A continuación enlistamos los retos y algunos escenarios para las industrias más importantes de México.

El meollo de la discordia

En la renegociación algunos temas son espinosos, pero si ya estamos metidos en estos líos hay que demostrar madurez. Como ha apuntado públicamente Moisés Kalach Balas, director del Consejo Estratégico de Negociaciones Internacionales del CCE: “Las rondas deben arrojar un TLCAN mejor para los tres países”. Estos son los temas más controvertidos:

Una propuesta de EE. UU. con la que no están de acuerdo México y Canadá. La cláusula estipula que los acuerdos expiren en cinco años, a menos que las partes quisieran renegociar una extensión.

Que el “contenido regional” de la industria automotriz en América del Norte pase de 62.5 a 85 por ciento fue otra propuesta que causó desacuerdos. Se refiere a la proporción de componentes de un auto fabricados en alguno de los tres países. El truco: EE. UU. también quiere ser el fabricante de 50 por ciento durante el primer año del TLCAN renegociado; así quiere evitar que se usen piezas baratas originadas en otros mercados (ajá, China). Eso dañaría la competitividad de nuestra industria.

La disolución del Capítulo XIX del TLCAN  (el que contiene las reglas para la solución de controversias antidumping) también generó discordias. EE. UU. quiere atraer las disputas a sus tribunales. El tema se ha impulsado, sobre todo, contra el sector hortalizas; pretende diseñar restricciones a ciertos productos por temporadas.

Los escenarios críticos, por sector

La obsesión de Trump por disminuir el déficit comercial entre EE. UU. y México incide en el sector automotriz. México tendría que disminuir los insumos que utiliza de otras regiones. Si el tratado se cancelara, ciertos segmentos sufrirían. Por ejemplo, a las camionetas ligeras hechas en México y exportadas a EE. UU. se les aplicaría un arancel ¡de hasta 25 por ciento!

En muchos productos del campo mexicano también podría haber desventaja, pero igualmente sufrirían el trigo y el maíz amarillo estadounidenses, posicionados con ventaja en nuestro país. Ambas naciones perderían.

Juan Pablo Castañón, presidente del CCE, aseguró que su gremio está preparando formalmente una contrapropuesta para el déficit del que habla EE. UU.: la reforma energética va a generar mucho más comercio y avances tecnológicos que México tendría que importar de EE. UU. y Canadá. “Necesitamos importar tecnologías, desarrollar talento… Eso significa mucho más comercio, en donde 30 por ciento de los 80 mil millones de dólares comprometidos en inversión de licitaciones energéticas es de empresas norteamericanas”, explicó Castañón. Eso va a generar más comercio de EE. UU. hacia México, y si lo incorporan a las cuentas, estarían disminuyendo el déficit (o, de plano, desapareciéndolo).

Lo que tendríamos que estar haciendo (con tratado o sin tratado)

Ésta es la visión de José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC):

Gran parte del problema es la triangulación de mercancías de la región Asia-Pacífico para la maquila, y que se envían hacia EE. UU. Si México lograra fabricar lo que hoy importa de Asia, podría convertirse en un proveedor aún más necesario para EE.UU.

Es urgente mejorar la infraestructura que agilice la comunicación entre las tres naciones: caminos, puertos, aeropuertos, intercambio tecnológico… Se puede crear una plataforma que permita tener costos bajos de energía y sus derivados.

Herrera Vega, de la Concamin, agregaría que es urgente la diversificación de mercados: “Hay que fortalecer relaciones con Centro, Suramérica y Europa”.

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