Los bancos aumentaron los plazos de los de por sí eternos créditos que se cobran en las cuentas en las que los trabajadores reciben sus salarios.
Pocas cosas resultan tan desgastantes como los pagos de créditos que se extienden a decenas de meses con intereses fijos. Sin embargo, en muchos casos, tomar estos préstamos es la única alternativa para resolver emergencias, pagar otras deudas o adquirir bienes con un alto valor.
La Comisión Nacional Bancaria y de Valores reportó que durante el mes de agosto de este año, el índice de morosidad creció 11% en comparación con el mismo mes del año anterior. El motivo: este año, los bancos decidieron ampliar los plazos de los créditos nómina. Anteriormente, el plazo máximo de los créditos de nómina era de 36 meses; hoy ya existen trabajadores que se han embarcado con pagos hasta por siete años (casi como sucede con los créditos hipotecarios). En la actualidad, 25% de los créditos de nómina tienen un plazo de más de 60 meses, mientras los plazos de 24 a 36 meses pasaron de 39 a 15% de 2015 para acá.
Aunque aparentemente la posibilidad de pagar en un plazo mayor ayuda a los trabajadores a desembolsar un monto menor cada mes, los financiamientos a largo plazo representan diversos riesgos para todas las partes. Por un lado, los bancos pierden la seguridad que suelen dar los créditos nómina (que generalmente se pagan con parte del salario mensual), pues en esos largos plazos hay mayores posibilidades de que los empleados pierdan sus trabajos o se cambien a otros y decidan desentenderse de los pagos. Lo mismo puede suceder si la compañía en la que trabajan decide cambiar de banco para hacer los depósitos del salario. Otra posibilidad es que el trabajador simplemente no logre solventar los pagos durante tanto tiempo y decida dejar de hacerlo. ¿Vale la pena el riesgo?
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