el Contribuyente

Los abogados también se automatizan


En la carrera tecnológica, los servicios legales van detrás, pero ya surgieron nuevos modelos de negocio que rompen con los despachos tradicionales. Por Adriana Schroeder


Si como dijo el director de la automotriz Daimler, “mi competidor ahora es Telsa, Microsoft y Apple”, es inminente que la forma de hacer negocio de los despachos legales en el mundo tiene que cambiar. La pregunta en el aire es “¿de qué manera?”. Seguramente incluirá tecnología que haga la identificación de las personas más certera y segura, como Blockchain, y la adaptación de inteligencia artificial. Pero mientras eso sucede, en nuestro país surgen nuevas iniciativas para ofrecer servicios legales.

No es ningún secreto que se trata de un oficio poco proclive a la innovación, pues en gran medida se trata de dar un servicio personalizado para las necesidades de sus clientes, que jamás querrán ser defendidos por un robot.

Pero no hagamos ciencia ficción. Han surgido dos iniciativas de jóvenes egresados de escuelas de leyes que aprovechan la tecnología y la llamada economía colaborativa (como el modelo que puso de moda Uber). Del lado de los despachos legales –que ostentan los nombres de sus fundadores y en donde todos visten rigurosamente de traje– se espera una resistencia natural. Pero en el mercado laboral se puede tratar de una nueva manera de emplear (muchas veces por hora) a abogados capacitados para dar servicio muchas veces a distancia. Con la ayuda de la tecnología, claro.

DOS INICIATIVAS DE JÓVENES ABOGADOS APROVECHAN LA TECNOLOGÍA Y LA ECONOMÍA COLABORATIVA.

Aquí repasamos el primero de los dos emprendimientos que, en México, buscan aprovechar las oportunidades que los grandes despachos dejan desatendidas y, cómo gracias a estar conectados por la tecnología, dan un servicio que la vieja escuela se resiste a ver como competencia real.

A ESTANDARIZAR LA INDUSTRIA
Luis Cárdenas, recién egresado de la Escuela Libre de Derecho y Víctor Castañeda, de la Universidad Iberoamericana, entraron a hacer sus prácticas profesionales a González Calvillo, S.C. Entre sus clientes estaban Nissan Renault Financiera, Modatelas, Crédito Real, Wells Fargo, JP Morgan, entre otros.

Después de trabajar dos años como independientes cada uno por su cuenta, recordaron lo que hacían en González Calvillo, que era adaptar contratos que ya estaban determinados previamente. Es decir, se podrían estandarizar. Y también cómo los clientes valoraban más la eficiencia, rapidez y facilidad en los procesos transaccionales, que son clave para no detener una venta, por ejemplo, que el trato personal. Su propuesta fue hacer todo más rápido, con la misma eficiencia y de manera remota.

Con su proproyecto de negocio lograron levantar 1.3 millones de pesos para crear Licity, una app que permite crear, firmar y enviar contratos válidos desde tu smartphone. Actualmente Licity ofrece la descarga de la versión beta de la app con todas sus funciones de manera gratuita. La versión 2.0 contendrá funciones por las que habrá que pagar.

También cuentan con la API Licity, que es un sistema con el que cualquier negocio en línea puede conectarse al sistema para que sus usuarios puedan firmar sus contratos (algo similar a cuando se abre la ventana de Facebook para registrarte con esas credenciales en el sitio de un tercero). Es esta parte donde Licity requiere suscripción y pago de licencia anual por parte del negocio que usa sus servicios, de donde esperan tener sus ingresos.

Es decir, si tu empresa requiere que tus empleados remotos firmen un convenio de confidencialidad o un contrato de prestación de servicios, Licity puede facilitarlo, sin necesidad de citarlos en tus oficinas.

Ya cuentan con un grupo de prueba de alrededor de 350 usuarios en la app móvil y cuatro empresas en la prueba piloto de la API empresarial. Con ellos buscan optimizar el servicio y aprender de su retroalimentación, para reducir los costos en servicios legales, operativos y de logística.

Detrás de Licity se encuentra un equipo de no más de 10 abogados (entre ellos Luis y Víctor, claro) que han apoyado y asesorado a startups y otras empresas, desde su constitución hasta procesos de negociación con fondos de capital privado y riesgo para la inversión de capitales. Está abierta la plataforma para nuevos clientes, pero no está enfocada a reclutar nuevos abogados.

Sus usuarios primerizos tienen perfil de emprendedores y freelancers que utilizan la app móvil sin costo para trámites estandarizados, como la firma del convenio de confidencialidad, el contrato de prestación de servicios o el contrato de desarrollo web, formatos que ya están disponibles en la app para cualquiera. En la API empresarial, se busca atraer empresas con necesidad de automatizar su proceso de adquisición de clientes, como arrendadoras, financieras, fintech, entre otras, con formatos que se ajustan a cada empresa.

Su modelo es similar al ‘freemium’, donde ofrecen al usuario una probada de sus servicios gratis. Ya si alguno busca contratos hechos a la medida, tendrá que pagar extra. Todo desde la app. La automatización permite además organizar los contratos vigentes con los que cuenta el cliente, algo muy útil a la hora de un conflicto que se requiere resolver inmediatamente.

A diferencia de quienes solo dan asesoría personalizada (y cobran por hora), en Licity hacen una labor educativa al señalar a los involucrados las consideraciones indispensables para crear un contrato.

Al poner contratos de uso cotidiano al alcance de cualquier persona que cuente con un smartphone y baje su app gratuita, estamos ante un cambio de paradigma. No sorprende que este año ya vayan por la segunda ronda de capital semilla.

PARA ABOGADOS FREELANCEROS
Siguiendo otro modelo, Tuloyer es una plataforma en línea que conecta a abogados con posibles clientes. Sí hacen uso de la economía colaborativa, aunque de manera restringida. Los licenciados que quieran aplicar para ser parte del equipo de Tuloyer, deben de someterse a entrevistas (eso sí, offline, o sea, en persona) y quien salga aprobado ya podrá ofrecer sus servicios en la plataforma.

La red de abogados nació cuando Andrea Rebora y Ana Sofía Ríos se conocieron en Creel, García-Cuellar, Aiza y Enríquez, S.C, uno de los despachos más grandes y reconocidos en México. Allí se especializaron en Derecho Financiero; pero se enfrentaron a un problema personal: hallar una manera de conciliar su exigente oficio, donde tácitamente se te exige disponibilidad a toda hora para tu cliente, con la experiencia de ser mamás.

Andrea Rebora, que ya tiene tres hijas, tuvo que dejar el despacho y mientras trabajaba de manera independiente se reunió con Ana Sofía Ríos, ella con una bebé también. Vieron que para seguir trabajando y tener disponibilidad para cuidar a sus pequeños, tendrían que romper el molde de los despachos. Además, se encontraron que varios de sus colegas estaban en la misma situación.

Ana Sofía Ríos, que ganó experiencia en un fondo de inversión, encontró en los emprendedores a posibles clientes con la necesidad de contratar asistencia legal de calidad a precios accesibles.

FALTA AÚN QUE SURJA UN BEZOS O UN ZUCKERBERG DE LOS ABOGADOS QUE CAMBIE EL PARADIGMA GLOBAL DEL DERECHO.

Idearon un modelo para prestar sus servicios de forma remota y según la disponibilidad de cada abogado y las necesidades de cada cliente. Hoy cuentan con siete abogados que cubren las áreas de corporativo y financiero, propiedad intelectual, fiscal y laboral. La plataforma en tuloyer.com no ha sido lanzada oficialmente, sigue en beta con alrededor de 15 clientes, que principalmente buscan constituciones de sociedades y establecer vehículos para recibir fondeo de inversionistas.

Los abogados entregan el mismo producto final que un despacho de renombre, pero con ciertas modificaciones en el proceso. La atención y el paquete de servicios es personalizada desde el jurista que toma tu proyecto hasta los documentos finales. Para los asociados, los beneficios se reflejan en la administración de su tiempo de trabajo con el fin de poder hacer uso del tiempo adicional o libre para sus vidas personales, desde familia hasta hobbies o intereses alternos.

Andrea Rebora y Ana Sofía Ríos aún no cuentan con inversionistas pero tienen pensado levantar una ronda de capital a finales de este año, y para el siguiente lanzar la app.

FUTURO PROMETEDOR
Pero no por ser innovadores, estos emprendimientos tienen un mercado seguro y el gremio se muestra ambivalente ante estos nuevos jugadores. En la parte defensora, Rafael Estrada Michel, actual Director de posgrados en Derecho de la Universidad Panamericana, comenta que “este tipo de proyectos promueven la justicia social” ya que los servicios legales se vuelven accesibles para todos. “Es necesario actualizar el oficio a los tiempos digitales. Si ciertos servicios simples se logran automatizar, el oficio tendrá que especializarse.”

En cambio, en la parte acusadora, Raúl Fernández Briseño, socio del despacho internacional White & Case, considera que el servicio legal no consiste únicamente en redactar contratos, sino que hace falta entender qué quiere el cliente y el contexto de la transacción. La labor es proteger al cliente ante riesgos frente a la contraparte, terceros y casos fortuitos. Además, “un contrato no está listo cuando se redacta, hace falta negociarlo hasta que ambas partes estén satisfechas”.

Sin embargo, concede que en especial Tuloyer es una alternativa “interesante” para los abogados con ganas de ejercer pero que se encuentran imposibilitados por su vida personal.

En otros países, emprendimientos legales como estos ya combaten con éxito el papeleo y la burocracia, y apuntan a una positiva reformulación de un gremio cuyos métodos se remontan a la antigua Roma. Falta todavía que surja un visionario (un Bezos, un Zuckerberg o un Jobs de los abogados) que cambie con tecnología el paradigma global del derecho, y se lleve las mayores ganancias.

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