el Contribuyente

El nuevo campus de Apple no es tan maravilloso como lo pintan

Su arquitecto ve algunas deficiencias que tienen que ver con el futuro.


Entre las compañías que ofrecen los lugares más ‘cool’ para trabajar están Google y una vieja conocida, la agencia publicitaria de origen británico, Ogilvy. Nos referimos por supuesto a las oficinas londinenses donde una tarde cualquiera puedes tomarte un single malt para relajarte. En nuestro país Startup México tiene oficinas con amenidades…

Publicidad y tecnología son dos rubros que suelen ofrecer estilos de trabajo poco ortodoxos para ‘creativos’. Sí, como prácticamente ir en pijama a la oficina. Sin embargo las necesidades cambian y a veces ni esas facilidades son suficientes para promover la productividad. La semana pasada publicamos que WordPress, el sitio para crear páginas web, pondrá en venta sus oficinas.

Tienen futbolitos y hasta mesas de ping pong, sin embargo muchos de los trabajadores prefieren el home office así se pierdan de esos juegos que, la verdad, no son para practicarse todo el día. Entonces, ¿por qué hacer nuevas oficinas con un costo de cinco mil millones de dólares?
 

La revista Wired tuvo la exclusiva de conocer el nuevo campus de Apple, el cual fue una idea del difunto Steve Jobs hace casi una década. El arquitecto encargado del proyecto fue el reconocido Norman Foster, quien dijo a este medio que le preocupan los cambios en los patrones del transporte.
 

No es el único. La ciudad de Cupertino, California, donde reside el campus para nueve mil trabajadores ha recibido poco de la compañía. Apple Park –como se le conoce a las nuevas instalaciones– está enclavado en un pueblo, como ha sucedido con otras grandes empresas. Pero a decir de Wired los complejos de edificios exitosos tienen un compromiso con sus alrededores, algo que no sucede tan claramente con Apple.

Se ubica cerca de casas y calles, es una especie de elefante blanco que no pagará más impuestos que otras empresas del área como llegó a proponerse. Además hay un impacto ambiental que implica, entre otras cuestiones, un aumento en la demanda de vivienda de 284%.

Si bien Apple dio 8.2 millones de dólares a la localidad para construir un parque, el problema del transporte puede complicarse, aun cuando Apple tenga destinados ‘shuttles’ a su campus. Éste tiene un estacionamiento subterráneo para 11 mil vehículos, pero para el arquitecto Norman Foster debió construirse a nivel del piso para tener la posibilidad de ocuparlo para nuevas construcciones si no es usado en su totalidad. Es decir, hay espacio muerto.
 

También hay dinero, pero al parecer no hay tanta voluntad. De acuerdo con la directora editorial de la Asociación de Investigación y Planeación Urbana de la Bahía de San Francisco (entrevistada por Wired), Apple “quiere ser innovador en todo, pero no en” el beneficio a la comunidad.
 

Sin duda Apple Park es una maravilla tecnológica que vale la pena visitarse, aunque no necesariamente es el mejor lugar para trabajar (nos gustaría comprobarlo). El propio arquitecto responsable de su construcción, Norman Foster, concluyó: “Desde un principio protesté contra la idea de que las oficinas centrales de una compañía, fuera grande o pequeña, sólo tienen que ver con trabajo… se trata de estilo de vida”. Pero Steve Jobs ya no está para discutirlo.

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