La OCDE predice un ligero repunte en el crecimiento económico mundial, pero no va a ser suficiente para salir del atolladero.
La globalización ha sido un poderoso motor del crecimiento económico y del nivel de vida general alrededor del mundo. Sin embargo, también ha generado una oposición importante en algunas de las economías más grandes del mundo. Quizás el ejemplo más claro, o por lo menos el más cercano a nosotros, es el de las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde Donald Trump ganó luego de un campaña de tintes xenófobos y proteccionistas. La desigualdad, el estancamiento de los ingresos personales y la paulatina desaparición de los trabajos que requieren cualificaciones medias, están en la base de este descontento.
Parte de este fenómeno se debe al estancamiento económico que muchas de las economías más avanzadas experimentaron durante los últimos años. “Luego de cinco años de un crecimiento económico débil hay signos de mejora”, dijo Angel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Algunos de estos ejemplos son Estados Unidos, que se espera que de crecer 2.1% en 2017 lo haga por 2.4% en 2018. La OCDE espera que México tenga una muy modesta recuperación, del 0.1% (de 1.9% en 2017 a 2% en 2018). Por su parte, tanto la Secreataría de Hacienda como el Banco de México esperan que el crecimiento del PIB en 2017 sea de entre 1.5% y 2.5%.
Sin embargo, en su “Economic Outlook”, la OCDE llama la atención sobre la necesidad de implementar otras medidas para que los beneficios de la globalización alcancen a todos. El crecimiento económico por sí sólo no es la panacea que solucionará los problemas materiales de la humanidad, para ello también es necesario acabar con la desigualdad.
Una de las causas de esta es la pérdida de trabajos manufactureros. Muchos de los países que han experimentado este fenómeno, dice la OCDE, han sido incapaces de crear nuevas fuentes de empleo. Como el grueso de los puestos manufactureros se perdieron gracias a las disrupciones que la automatización de los procesos de producción introdujo en el mercado, la OCDE recomienda invertir en la enseñanza de nuevas habilidades a los trabajadores que han quedado fuera del mercado, inempleables.
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