México tiene que pensar en las relaciones exteriores como una inversión, no como un gasto.
A todos nos ha pasado (o por lo menos lo hemos visto de cerca). Alguien entra de novio en una relación y se desaparece por completo. Durante los meses que siguen, todas las actualizaciones en redes sociales del aludido giran en torno a su nueva pareja: bodas, vacaciones en Cancún…
Sin pedirlo, con sólo un clic te enteras de los más empalagosos detalles de su relación, pero de tu amigo no vuelves a saber nada por su cuenta. Pasan semanas, meses, años sin que se presente a las reuniones, hasta que un día se aparece con los ojos hinchados, con barba de dos semanas: su novia lo había cortado. Lo peor de todo es que por haberse enfrascado tanto en su relación, también perdió su círculo de amigos.
Algo parecido le pasó a México con Estados Unidos. Desde que en los noventa México se comprometió con el TLCAN, descuidó su papel con el resto del mundo. Luego de una prolongada luna de miel sin mayores contratiempos, México relegó las relaciones exteriores en su lista de prioridades. “Si hace dos años hubiéramos pensado en la relevancia de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), difícilmente la habríamos puesto en los primeros sitios”, dijo en el Global 2017 Commerce Forum la senadora Gabriela Cuevas Barrón, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
La senadora señaló que la relación con los países latinoamericanos se ha vuelto compleja, llena de aristas. Por un lado se espera mucho de México, pero también existe resentimiento. Como el desatado por la crisis humanitaria y migratoria que tiene México con los países de Centroamérica, cuyos migrantes buscan llegar hasta Estados Unidos. Otro ejemplo notorio es la relación (o ausencia de ella) con los países del continente africano, donde México únicamente tiene ocho embajadas. “México tiene que pensar en las relaciones exteriores como una inversión, no como un gasto”, dijo.
En entrevista con El Contribuyente, Reynaldo Vizcarra, socio administrador de Baker McKenzie, opinó que la renegociación del TLCAN es una gran oportunidad para actualizar algunas áreas del tratado, como las reglas de origen e incluir al sector energético (la Reforma Energética es posterior a la firma del TLCAN). Otras áreas de oportunidad que Vizcarra ve son la identificación de los sectores productivos del país que México quiere dejar en el libre mercado y cuáles otros quiere proteger.
Al preguntársele cómo creía que se llevaría a cabo la negociación, se mostró optimista. “Creo que se llevará a cabo de forma abierta y de frente” Los gobiernos regionales de los estados van a defender el tratado. Son 30 los estados que dependen de las exportaciones a México”, comentó. Esto podría tener como consecuencia que los legisladores estadounidenses hagan presión sobre la administración de Donald Trump para permanecer en el TLCAN.
¿Tendrá Trump la última palabra? O tuit.
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