Entrevistamos a Linda Rottenberg, CEO y cofundadora de la aceleradora Endeavor, quien ha conocido a tantos emprendedores que los clasificó como a animalitos. ¿Cuál es el tuyo?
Nombrada entre los “100 innovadores para el siglo XXI” en la revista Time, Linda Rottenberg fundó Endeavor, la aceleradora que ha sido considerada “el mejor programa antipobreza del mundo” por el prestigioso periodista estadounidense Thomas Friedman.
En Nueva York, hace casi 20 años, Linda Rottenberg y Peter Kellner hicieron una organización sin fines de lucro para impulsar negocios en economías emergentes y estimular de esta manera el crecimiento económico, de empleos y la movilidad social, lo que ellos llaman “emprendimientos de alto impacto”.
Hoy Endeavor tiene una red de casi 1,500 emprendedores, opera en más de 25 países y ha ayudado a generar más de 600,000 empleos de diferentes industrias alrededor del mundo. ¿Cómo lo hacen? Gracias a sus programas de mentorías, acceso a capital y conexión con otros actores.
Entrevistamos a esta visionaria con pretexto de la edición en español de su libro Locos por emprender (Crazy Is a Compliment), en el que compara el ecosistema de los emprendedores con el Reino Animal: algunos son como zorrillos, otros como mariposas, delfines… hay incluso unicornios.
¿Qué animal sería ella? Quizá el rol de las aceleradoras como Endeavor sea el de arañas que tejen redes para atrapar emprendedores, que ayudan a mantener el orden del ecosistema y a potenciarlo.
En el libro te centras especialmente en los emprendedores gacelas, ¿por qué?
LR A los emprendedores de alto impacto se les conoce como “gacelas” porque son ágiles y saltan muy rápido. Quería llegar especialmente a ellos, pero no son los únicos a los que debemos prestar atención. Hoy todo el mundo habla de los unicornios, por ejemplo: los que tienen una compañía que vale más de 1,000 millones de dólares. La cuestión con ellos es que todo pasa muy rápido, incluso su muerte.
Es verdad que los medios de comunicación solemos prestar más atención a los unicornios. ¿Eso desmotiva a personas que no se creen capaces de crear empresas tan grandes?
LR Hay mucha gente que me dice: “Me da miedo dejar mi trabajo. Quiero ser más emprendedor pero dentro de mi compañía. ¿Cómo podría hacerlo sin que me despidan o gastarme el presupuesto?”. Otros me dicen: “Yo quiero hacer una compañía pero no quiero crecer tan rápido, ¿soy emprendedor de todas formas?”. Y los emprendedores más sociales están confundidos respecto a qué los diferencia de los emprendedores lucrativos… Y cada vez se crean nuevas palabras, como “mompreneur”, para referirse a las mujeres que deciden poner una empresa para vivir su maternidad con más flexibilidad que si fueran empleadas. Yo les llamo mariposas: hombres o mujeres para quienes lo más importante es la libertad para estar con su familia y hacer otras cosas que les apasionan. Ellos no quieren contratar a cientos de personas, no aspiran a levantar capital o ser una mega corporación: quieren una compañía pequeña que genere ingresos y les deje tiempo libre.
¿O sea que tantos conceptos confunden a las personas que quieren emprender? ¿Los desalientan?
LR Sí…, o los hacen pensar que emprender se reduce a ir a Silicon Valley y vestirse con camisetas y sudaderas. Pero eso no hace a un emprendedor. Lo cierto es que todos estos tipos de emprendedores interactúan entre sí: los unicornios, las gacelas… y los que quieren emprender dentro de sus compañías, a los que llamo “zorrillos”. Estos últimos son mis favoritos, porque son inteligentes y traen innovación a las empresas, pero eso les puede causar problemas porque muchas veces sus iniciativas no tienen que ver con su trabajo.
¿Querer un negocio pequeño es algo malo?
LR Para nada. Claro que un emprendimiento busca crecer, pero creo que eso es algo diferente para cada persona. Muchos de los que sólo buscan ser unicornios no son verdaderos emprendedores, más bien encajan en el sector financiero: emprender se trata de ver una oportunidad que nadie más haya visto, resolver un problema y hacer del mundo un lugar mejor. Eso es lo verdaderamente emocionante. Por eso hay que empoderar a toda clase de emprendedores, desde los que buscan algo pequeño hasta los que tienen grandes metas.
¿Qué animales son los emprendedores de México?
LR Pienso que serían canguros… Porque los hijos de los fundadores no son quienes toman las grandes decisiones. ¡Hemos creado otra especie de animal en esta entrevista! En México hay muchas empresas familiares, pero no es algo exclusivo. En Estados Unidos y en Europa hay muchos negocios familiares también. La clave no es dejar de crearlos, sino avanzar hacia una nueva mentalidad de liderazgo. Ya estamos viendo compañías así, sobre todo en el sector tecnológico. Pensemos en Clip, en Kueski, Naranya Labs. Es muy interesante la historia de Naranya, porque pasó de ser emprendedor a convertirse en un inversionista ángel y eso es lo que construye un ecosistema.
¿Crees que son mejores los inversionistas que antes fueron emprendedores?
LR Va a tomar algún tiempo, pero ya estamos viendo eso en México, Brasil y otros países de América Latina, sobre todo en los últimos cuatro años: más scaleups que startups, compañías grandes que han dado el siguiente paso: generan empleos y crecimiento e innovan incorporando nuevas tecnologías. Endeavor tiene muchos ejemplos así, e incluso algunos después pusieron fondos de venture capital. Vamos bien, pero falta que más mujeres emprendedoras sean inversionistas ángeles. Entre más mujeres estén financiando otras empresas, más mujeres van a ser emprendedoras.
¿Qué animal representaría a las mujeres emprendedoras, especialmente a las mexicanas?
LR Las mujeres entran en todas las especies de emprendedor, depende de su tipo de liderazgo. Algo peculiar que he observado en las emprendedoras es que muchas se convierten en su propia marca. En México un gran ejemplo de ello es Martha Debayle. Otras están entrando de lleno a la tecnología, como la fundadora de Shazura, Sira Pérez de la Coba, una startup de tecnología que ha desarrollado un buscador visual, que entiende las fotografías y los videos como el cerebro humano, sin tener que traducirlas en palabras. En la medida en que estas empresas generen ingresos, podrán invertir en otras emprendedoras. En Estados Unidos ya está pasando, se están creando redes y cada vez hay más modelos a seguir para las niñas.
En México, cuando los emprendedores fallan, se vuelve más difícil que se invierta en ellos una segunda vez, ¿cómo dar la vuelta a esa mentalidad?
LR Eso está cambiando gracias a los medios sociales. Ya hay plataformas para conseguir dinero por otras vías, como Indiegogo y Kickstarter. No necesitas mucho dinero para iniciar una idea, se trata más bien de ir creciendo y generando tracción con una menor cantidad de recursos. Además, eso te permite saber cuánta gente cree en tu producto, cuánta gente estaría dispuesta a comprarlo. En mi opinión, la gente en México empieza a apoyar más a los emprendedores, tanto por el lado del gobierno como de las familias de los emprendedores.
Se habla mucho de una “burbuja” en el ecosistema emprendedor, algo como lo que pasó con las empresas del “punto com” en la década del cambio de siglo, que causaron grandes expectativas pero terminaron por estallar. ¿Qué opinas de eso?
LR Sí, es algo de lo que se habla mucho: la burbuja de la tecnología, la burbuja del petróleo… Yo no creo que exista una burbuja, porque el monto de las valuaciones no está siendo tan alto. Hubo algo así en Brasil con algunas compañías tecnológicas, pero en el resto de América Latina no se están sobrevaluando. A algunos les da miedo el venture capital, precisamente por las valuaciones muy altas, pero creo que no son excesivas. Pronto vamos a ver empresas con valuaciones aún mayores y eso es muy emocionante, y también muy real. Sí hay gente haciendo locuras, pero locuras en el buen sentido.