Guía para la declaración anual de personas morales: lo que debes saber si eres persona moral

Nuestro sistema tributario es uno de los lastres que hizo bajar a México dos lugares este año en el informe “Doing Business 2017: Igualdad de oportunidades para todos”, del Banco Mundial. Pasamos del escaño 45 al 47 de entre 190 economías calificadas por su facilidad para hacer negocios. Una de las razones que influyen en que tengamos esta posición tan baja –considerando que México se coloca entre las 20 econonomías más grandes del mundo– es que nuestras empresas invierten 286 horas al año en sus obligaciones fiscales, mientras que el promedio mundial es de 251 horas. De hecho, en este aspecto evaluado México ocupó el lugar 114.
Para mejorar esta vergonzosa situación, el Gobierno federal tendría que adoptar una política fiscal enfocada a alentar agresivamente la inversión sin, a la vez, descuidar el balance de las finanzas públicas, de acuerdo con José Luis García Ramírez, presidente del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP), quien ha reiterado esta postura en diversas conferencias. Es un hecho que la recaudación aumentó drásticamente en 2015, pero los expertos del IMCP dicen que no es un efecto sólo de la Reforma Hacendaria de 2013, sino de un apretón de tuercas en los procesos de fiscalización de la economía formal.
Siguiendo la propuesta del IMCP, secundada por diversos especialistas, una reforma fiscal integral debería reducir la tasa del impuesto sobre la renta (ISR) tanto a personas morales como físicas, permitir que todos los contribuyentes deduzcan las inversiones en activos fijos, regresar la deducibilidad total a las prestaciones sociales, generalizar la tasa del impuesto al valor agregado (IVA) y recortar en serio el gasto corriente gubernamental.
Todo esto será especialmente urgente si el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, concreta sus promesas electorales y amenazas tributarias, como un nuevo impuesto del 35 por ciento a los productos de compañías que saquen sus plantas de Estados Unidos y la reducción de la tasa mínima de ISR para empresas del 35 al 15 por ciento. Si éstas y otras medidas llegan a la realidad, México se encontrará en una franca desventaja competitiva en términos fiscales y para las inversiones extranjeras.
Los inversionistas locales ya están de por sí en desventaja. Ante la falta de ingresos por la caída del petróleo, tanto en precios como en producción, el erario público ha encontrado un mecanismo de financiamiento en el retraso de las devoluciones de saldo a favor. Luis Sánchez Galguera, vicepresidente fiscal del IMCP, asegura que el Sistema de Administración Tributaria (SAT) se ha dedicado a complicar el proceso a través de peticiones de información adicional para verificar la validez de la devolución; el problema es que no hay un límite de peticiones y, por lo tanto, el proceso podría ser infinito.
Pero hay una razón por la que el sistema fiscal mexicano es uno de los más complejos y difíciles del mundo: los contribuyentes mexicanos son de lo más tramposos. Según el SAT, el 30 por ciento de las solicitudes de devolución de IVA se rechazan porque son de empresas que facturan o deducen operaciones simuladas.
Entre tanto y con la incertidumbre que trajo el drástico aumento en el precio de los combustibles, los empresarios mexicanos tienen que presentar su declarción anual a más tardar en marzo, pagar lo que les toca de ISR o solicitar una devolución. Pero más que eso, la declaración anual es también una valiosa oportunidad para analizar la situación financiera de tu empresa, los estímulos fiscales que podrías aplicar y para tomar decisiones que se vean reflejadas en mejorías tangibles cuando hagas otra vez lo mismo en marzo del próximo año.