el Contribuyente

Así sería un mundo sin dinero en efectivo

Un sistema monetario sin dinero en efectivo podría tener muchas ventajas y también algunos problemas de gravedad.

 

En noviembre de 2016, el gobierno de la India anunció que sacaría de circulación los billetes de 500 y 1,000 rupias para combatir el mercado negro, la corrupción y el comercio informal. Un mes después, en diciembre, Nicolás Maduro hizo otro tanto con los billetes de 100 bolívares, los de mayor denominación en Venezuela; las razones que expuso son muy parecidas. El mandatario venezolano explicó que el crimen organizado en la frontera con Colombia posee alrededor de 300 mil millones de bolívares, la mayoría en billetes de 100 bolívares. Tanto la India como Venezuela han enfrentado crisis importantes, pues los plazos dados por sus respectivos gobiernos para cambiar los billetes retirados de circulación han demostrado ser insuficientes. Los habitantes de ambos países han tenido que padecer una importante falta de liquidez, pues las filas de los bancos son enormes y muchas personas no tienen acceso a tarjetas para realizar sus pagos cotidianos.

Estos malogrados casos no ejemplifican cómo podría ser un mundo sin dinero si la transición se realizara adecuadamente. Según el artículo “Digital currencies, decentralized ledgers, and the future of central banking”, escrito por Max Raskin y David Yermack, un país podría retirar de la circulación el efectivo de manera paulatina si su banco central adoptara algunas de las funciones tradicionales de los bancos comerciales, como abrir cuentas de ahorro a sus ciudadanos y pagar electrónicamente un interés, según sea el balance de la cuenta.

Este sistema podría tener muchas ventajas. De entrada se ahorrarían recursos considerables en crear, transportar y almacenar dinero físico. Además, como los gobiernos podrían seguir de cerca los movimientos de sus cuentahabientes, el cobro de impuestos sería más sencillo y el lavado de dinero se volvería mucho más difícil. Además, esto permitiría que los bancos centrales tuvieran un mayor control del sistema monetario, lo que permitiría que realizar ajustes fuera más fácil.

Sin embargo, también hay importantes aspectos negativos a tomar en consideración. El gobierno, al tener acceso al registro de las transacciones de sus cuentahabientes, podría obtener todo tipo de información personal, violentando su privacidad. Este hipotético Gran Hermano orwelliano por supuesto podría mitigarse e, incluso, evitarse con un aparato legal robusto que limite las facultades del gobierno. Sin embargo, no deja de ser un riesgo.

 
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