Se reproducen como plaga y afectan a la economía y a las compañías reales más de lo que crees.
La creación de empresas fantasma e un fenómeno ampliamente extendido en el país que afecta a gobierno y compañías reales en mayor o menor medida.
Se les denomina “fantasma” porque aunque existen en el papel, no se ven y su modelo es definido como “delincuencia fiscal organizada”.
Además de que están hechas para evitar el pago de impuestos o pagar mucho menos al fisco, afectan a las empresas reales, las que efectivamente generan riqueza, por ejemplo, cuando en una licitación los competidores son fantasmas que sólo existen para simular una competencia que en realidad no hay.
Para que sea más fácil que las reconozcas, aquí te damos una lista de las más comunes:
Las que ganan licitaciones del gobierno
Ejemplo clarísimo es la red de empresas fantasma que recibió recursos del gobierno de Veracruz, descubierto en el reportaje del sitio de noticias Animal Político. Se supone que entregarían productos a poblaciones vulnerables pero presuntamente nunca llegaron a su destino. Un pequeño grupo de funcionarios cercanos al gobernador Javier Duarte se aseguró de que se les otorgaran contratos, fingieron la compra de productos y tras obtener el dinero, las empresas cerraron. Así desaparecieron al menos 645.6 millones de pesos pesos entre 2012 y 2013, según el reportero Arturo Ángel.
Las que trafican facturas
Quienes se dedican a vender facturas crean empresas que al principio cumplen con sus obligaciones fiscales pero después ya no, confiados en que no estarán localizadas cuando la autoridad pretenda perseguirlas, o se prepararon para dejar como titulares a prestanombres o a personas a las que les robaron su identidad. Además, las cierran antes de tres años, pues en ese periodo es raro que el SAT las fiscalice. En este caso, el más común, las empresas fantasma emiten facturas para amparar operaciones inexistes, de modo que otros contribuyentes puedan deducir los montos en su contabilidad.
Las que son avales
Cuando una empresa no puede pagar sus deudas, los acreedores se van contra el aval, pero a veces ese aval sencillamente no está, no lo encuentran o no existe. En este caso las empresas fantasma funciona como aval para que la empresa que realmente opera obtenga créditos financieros y así, si no puede pagarlos, “lo peor que puede pasar es que ésta se declare en quiebra, venda sus activos y pague a sus acreedores. También puede ser que no le quiten todos los recursos, porque ya los utilizó, ya se los gastó o ya los disfrazó”, señala Vicente Ortiz Yustis, director general del despacho de consultoría fiscal y legal Yustis Malagón y Asociados.
Las que lavan dinero
Algunas se usan para diluir al propietario real de los bienes: para triangular operaciones y dificultar la ubicación de los verdaderos dueños del capital que se está moviendo en las compañías. En este caso realizan pocas o ninguna de las operaciones de las que informan, para aparentar que obtienen legalmente el dinero que llega. Puede ser que existan físicamente o sólo en papel. Las empresas se crean especialmente para que el dinero obtenido por actividades ilícitas circule sin problema en el sistema financiero, es decir, en la formalidad como si se tratara de dinero lícito. Como un restaurante que declara que gana mucho cuando realmente no tiene comensales.
Las que desangran a otras empresas
Este caso consiste en que la administración o los empleados de una empresa contraten servicios o compren productos inexistentes de una empresa fantasma para sacar recursos sin realmente pagarlos. Es decir, para hacer un fraude corporativo interno. Judith Galván, socia de Forensic de KPMG en México, encontró un caso así en una auditoría: “Mi cliente estuvo pagando durante años consultorías carísimas a una empresa que al buscar su domicilio fiscal, resultó ser una tienda de abarrotes”, señala la especialista.