El escándalo por alterar el sistema de control de emisión de contaminantes de millones de autos tendrá sanciones más severas.
Luego de que en septiembre del año pasado la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) detectara un software que podía engañar a las pruebas ambientales en algunos modelos a diésel de la alemana Volkswagen, fabricados entre 2009 y 2015, las consecuencias siguen.
La multa fue de 18,000 millones de dólares en Estados Unidos y tendrá que reparar las unidades fraudulentas o cambiarlas, así como indemnizar a sus dueños con aproximadamente 10,000 dólares por unidad. Sin embargo, hace dos días, los fiscales Eric. T. Schneiderman y Maura Healey, de Nueva York y Massachusetts, respectivamente, dijeron que ese acuerdo alcanzado no será suficiente y que la pena debe ser mucho más estricta. En España, la corte ya falló en su contra y Bélgica también busca sancionar a la armadora.
En México, la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente le impuso una multa de unos 9,000,000 de dólares por sacar al mercado 400,000 vehículos modelo 2016 que no contaban con los certificados de emisiones de hidrocarburos y de ruido. Para la economía nacional, el escándalo ha afectado de manera tangible a los estados de Puebla y Guanajuato, donde tiene plantas de producción.
En el primer semestre del año, la producción total de la armadora en México ha caído 16.7% y las exportaciones, 25.7%, con respecto al mismo periodo del 2015, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz.
Volkswagen alteró 11 millones de vehículos en todo el mundo y como consecuencia de ese escándalo, perdió 1,802 millones de dólares en 2015. Lo sorprendente es que a pesar de ello y las consecuencias económicas que le ha acarreado a la empresa, durante el primer semestre, a nivel global reportó ganancias operativas antes de efectos extraordinarios de aproximadamente 7,500 millones de euros, lo que equivale a aproximadamente 8,270 millones de dólares.